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sábado, 16 de mayo de 2009

Paralelo

Correr para alcanzarle; gritar su nombre bajo la lluvia a pesar de que no lo conocía; esperar tras las esquinas y poder andar tras su espalda; vivir con la secreta esperanza de un amor correspondido que nunca existió. Ella espera impaciente las señales ausentes sin importarle el tiempo que deba hacerlo. El vuelo de la indecisión planea sobre su cabeza con el frágil aleteo de una mariposa. Las excusas la ponen contenta, los pequeños momentos la hacen saltar de felicidad. ¿Qué daño puede hacerle eso? La dulzura del anonimato la acunan cada noche para ayudarla a dormir. La suavidad de la ignorancia se encargan de despertarla cada mañana con una sonrisa. Y mientras tanto, él vive su vida sin saber de la existencia de ella. Curiosa relación que basta para llenar el vacío de su corazón. Hasta que un día sus caminos se cruzan; él comienza a advertir las rápidas miradas a su paso, las pisadas tras de si. Ella deja un reguero de prosa que le gotea directamente de las heridas abiertas. La inopia y la sospecha se cogen de la mano para sembrar la desconfianza entre dos desconocidos. ¿Y ahora qué? Ahora él la evita inconscientemente; ella le sigue, ignorando la situación. Esta eterna carrera puede proseguir durante eones si no le ponen fin. Desgraciadamente el fin está cerca. Él ya se ha ido y ella llora su ausencia. Tal vez, si te hubieras atrevido a dar un paso adelante estarías caminando a su lado; no tres metros por detrás para que no se de cuenta.

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