Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

lunes, 27 de abril de 2009

Seis segundos

Qué sencillo es dar un salto de la más absoluta miseria a la completa felicidad. Y viceversa. Vivimos al límite de los dos bandos, bordeamos una línea invisible que nos separa de las emociones. Seis segundos fueron necesarios para que me convirtieras en el ser humano más feliz del mundo. Cuatro días para devolverme a la realidad. Y ahora que he tocado con los pies en el suelo y puedo ver las cosas con otra perspectiva ya no tiemblo cuando recuerdo tus manos en mi espalda ni tus ojos clavados en mi cara; ni tu sonrisa. Es tan complejo todo. El tener que hacerme a la idea que seis segundos no fueron suficientes para satisfacerme y que me he quedado ávida de más. Exprimo los seis segundos al máximo pero no sirve de nada. El ventrículo derecho de mi corazón lucha con el hemisferio izquierdo del cerebro provocándome un fuerte dolor de cabeza y de pecho sin resolver nada. Así que cierro los ojos para sumergirme en los seis segundos y dilatarlos hasta deformarlos en mi recuerdo. Incluso así es bonito. Pero ahora que lo veo de fuera me doy cuenta de la realidad. No ha significado nada para ti. Yo sueño como una tonta con los seis segundos más maravillosos de mi vida y a ti ya se te han olvidado. ¿Por qué no serás consciente de ello? Porque no tengo valor de demostrártelo. Me da demasiado miedo. Miedo de perder los seis segundos y convertirlos en dos meses de silencio; miedo de volver a ser una anónima; de que vuelvas a ignorarme. No puedo pasar otra vez por aquello. Me ha costado demasiado entrar en tu vida como para oscilar peligrosamente en los postigos de las ventanas desafiando a la gravedad y corriendo el riesgo de precipitarme al vacío. Prefiero perderme durante seis segundos en las sinuosidades de tus ojos verdes como una amiga y aprender a convivir con la duda. Ahora no necesito respuestas. Solo necesito un poco de tiempo para aferrarme más a ti; que tu sombra se tatúe en mi espalda de manera que el día que ya no estés, el dolor que me produzca deshacerme de ella me recuerde que solo fui una amistad pasajera sin ningún tipo de interés añadido. Mientras tanto, quiéreme solo seis segundos. Lo que pase después de eso ya me da igual.

Enchufados a Ene