Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

sábado, 18 de abril de 2009

Ilusiones

He abierto los ojos. No se si han sido tus palabras o que mi encaprichamiento ha terminado. Pero las cosas no son como antes. Me he dado cuenta de que me estoy arrastrando por ti. Y ni tú ni nadie se merece eso. Por ti me he sublevado, he cambiado, he visto la vida de otra manera. Te has metido en mi mente de una manera surrealista que me está matando sin querer. Y no eres digno de eso. No eres digno de apoderarte de mi cuerpo. No puedes ser el dueño de todo y mucho menos de mi cabeza. Tal vez no te des cuenta. O tal vez lo sepas y disfrutes con ello. Sea como sea no puedo permitirme que alguien como tú se haya convertido en el señor de mi alma. ¿Qué estoy enamorada de ti? Puede que mi orgullo vaya más allá de mis sentimientos. Es probable que la sensación de sentirme inferior pueda con lo que siento por ti. Hay momentos en los que te odio más que cualquier otra cosa. Esos instantes en los que soy únicamente un fugaz destello en el extremo de tus ojos. Cuando somos antipáticos el uno con el otro. Ahí es cuando me despiertas; me doy cuenta de que soy una desconocida que se ha entrometido en tu vida sin pedir permiso. Abro los ojos y siento que se derrumba mi mundo, ¡el que me he inventado contigo! Por eso cuando apresas mis tobillos y los arrastras hacia abajo, a estrellarme contra el suelo; la cruel realidad que me engulle y me obliga a comprender que no soy nadie en tu existencia. No tengo nada más que decirte. Esta cuestión no tiene nada que ver contigo; se limita a mi misma. Al fin y al cabo fui yo la que decidió empezar esta historia. Mi masoquismo me empujó a enamorarme de ti y perder la cabeza. A cinco meses de obsesión sin freno; primero por el espectro y después por ti. ¿Cuántas veces he dicho esa palabra? Demasiadas para lo que yo recibo a cambio. Montañas rusas. Hay días que me muero por tus huesos, otros días deseo no haberte conocido nunca, no haber dicho aquella frase y seguir siendo invisibles el uno para el otro. Jamás haber iniciado una conversación contigo; no haber contestado a tu saludo; centrarme en los fantasmas que habitaban mi cabeza. No creo en el destino así que no pensaré en que nos volveríamos a encontrar si hubieras hallado mi respuesta ausente. Pero, ¿cómo iba a adivinarlo? ¿Sólo lo hice porque tuve la sensación que eso me acercaría al fantasma o sabía que algo había crecido en mí hasta el punto de mentirme a mi misma? Temo la respuesta a esa pregunta ya que la contestación me hace más difícil olvidarme de ti. Es graciosa la manera en la que cambia el tema conforme lo desarrollo. Al principio estaba decidida a dejar este eterno tira y afloja. Ahora me doy cuenta de lo difícil que es. Solo puedo aferrarme a una cosa. Al tiempo. Es lo único que me queda y se que no me va a traicionar. ¿Y tú? ¿Te vas a quedar con el tiempo o seguirás matando los ratos libres con mi inocencia y mi debilidad por ti?

Enchufados a Ene