Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

viernes, 17 de abril de 2009

Círculo

Se acabó. Soy algo más que una marioneta que puedes mover a tu antojo involuntariamente. Más allá de mis sentimientos, soy perfectamente capaz de controlarme. Pero es que te adueñaste de todo mi cuerpo. Tres palabras tuyas han bastado para hacerme gritar. No quiero ni imaginarme lo que ocurrirá el día que me mires, no puedo pensar en las consecuencias de un contacto. Pero es que tengo que dejarlo; eres un vicio, una adicción. No puedo seguir tan adherida a ti. Debo aprender a ignorarte. A comprender que no eres más que un amigo. Tal vez ni siquiera eso. Entender que todo lo que tenemos en común lo único que hace es que seamos más incompatibles. Nada. Es todo a lo que aspiro. De hecho sigo esperando el anhelado encuentro que nunca se producirá. Así que, ¿aquí se acaba todo? ¿Tan fácil? ¿Dos meses de obsesión se han terminado con una última entrada de blog? ¿Significa eso que ya puedo ser feliz? ¿Se han acabado las sacudidas de madrugada cuando me despierto sobresaltada por el simple hecho de haber soñado contigo? ¿Y ahora qué? No me siento mejor que hace cuatro horas. Cuando tu magia se ha adueñado de mí como siempre haces. De hecho, me doy cuenta de que no cambiaria por nada esos momentos en los que me haces sufrir como nadie ha hecho nunca. Cuando pienso que eres algo más que el fantasma de una presencia. Es que siempre acabo en el mismo sitio. Si empiezo por un lado; cuando hablo de lo mucho que significas para mí, de lo mucho que te quiero. O cuando empiezo por mi impotencia, por mi frustración de invisibilidad. O cuando hablo de olvidarte porque esta situación es superior a mí. No importa. El cenit de la cuestión siempre es el mismo. ¿Qué soy yo? ¿Existo? ¿Pierdo el tiempo muriéndome por ti literalmente? Nadie. No. Si. ¿Qué sentido tiene soñar con tus besos si no los voy a probar nunca? Tal vez puedan llenar mi mente pero no van a cambiar la realidad. Yo sigo aquí y tu allí. Puede que la distancia física que nos separa no sea demasiado grande. Se reduce a un par de calles. Pero la distancia real, la que verdaderamente importa es abismal.

Enchufados a Ene