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lunes, 5 de abril de 2010

Hoy es el único día del año que podría decirte la fecha si me la preguntas

Son un montón de canciones que podrían hacerme llorar hasta dejarme vacía, como tantas palabras habré dicho. O tantos problemas vomitados sobre este agujero que se llama vida, con sus posibles interpretaciones y significados. Y mil escalofríos que se reúnen en este punto de mi espalda: el que chilla para recordarme que sigo aquí, que no me pierda entre tantas luces y conserve mi pedacito de fluorescencia; que pronto será lo único que me diferencie del resto (neones navegantes en los mares de mi conciencia). Los años no me dan coherencia, ni inspiración; en el fondo este es un día como cualquier otro. Morirá gente que no se lo merecía, o tal vez sí; nacerán niños que no deberían, o tal vez sí. Probablemente si buscas esta fecha en Google aparecerán -por orden de coincidencia de palabras- millones de resultados. 

Y en la convergencia de los gritos y silencios, entre la marea de segundos, minutos y horas que componen este universo enfermo que nos rodea. Sorteando una sociedad con dolor de cabeza y resaca permanente que te reprocha cada respiración fuera de lugar. Ahí está mi egocentrismo, por si alguien todavía no se ha dado cuenta.

Es cinco de abril, y sinceramente me da igual lo que esté pasando en el resto del mundo.
Es mi cumpleaños. 


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