Un día desperté dispuesta a ser una chica de piedra. Hacía tiempo que envidiaba esos miocardios indestructibles y anhelaba tener una mente infranqueable a prueba de sentimientos dolorosos. Y apareciste tú, y rompiste el granito. Y contigo vinieron los celos que destrozaron la roca. Ahora que solo soy arena en el suelo puedes soplar para mandarme lejos pero prefieres meterme en un reloj y girarme hasta que pierdo el sentido.
Acaba con esta tortura antes de que se nos agote el tiempo, tú no entrabas en mis pétreos planes.
Y es que mi auricula izquierda se está agrietando y siento que vas a dejarme el corazón en ruinas.