Creo que usamos el mismo suavizante, toda mi ropa huele a tí.
Voy a ser tu drogadicta hasta que consumamos la última calada de esta incertidumbre. Las dudas se caen con la ceniza y se eleva en el aire una columna de inocencia que nos enferma el corazón poco a poco. Me da igual que seas adictivo, me da igual perder un segundo de mi vida por cada beso. Quererte es perjudicial para mi miocardio (y que les den a los de alrededor)